Filosofía Académica

Considerando que el propósito educativo es la formación del ser humano, fijar los principios básicos de la educación equivale a declarar cuál es nuestra concepción del hombre; una antropología mínima que resumimos en estas palabras:

 

El ser humano que queremos ayudar a formar es un ser creador, y por lo tanto, libre y responsable.

 

La creatividad es la característica de nuestra especie que nos diferencia de los demás seres vivos, haciéndonos capaces de producir pautas nuevas en vez de ser obligados a seguir unas dadas.

Sólo el ser creativo puede ser libre porque además de no ser obligado por naturaleza a unas pautas determinadas de comportamiento, puede producir las suyas propias, creando y recreando cultura.

Formar al hombre, entonces, es educarlo para la creatividad y para la libertad: lo que no significa prescindir de las normas, pues sin ellas no se podría convivir, sino perfeccionarlas cada vez más para lograr una formación humana y crítica de la personalidad y una serena y auténtica convivencia democrática.

Hacer y rehacer normas e ideas, vivirlas y – si es necesario – luchar para modificarlas es la tarea liberadora que nosotros llamamos educación; porque el hombre no nace libre sino se hace libre, si es que se atreve a sufrir y luchar por ello.

No es diferente el discurso sobre el conocimiento que es el otro objetivo de la educación, ya que la cultura es el conjunto de modelos operativos y cognoscitivos de una sociedad.

Los conocimientos, en efecto, no son la realidad misma sino siempre y sólo una interpretación de ella; por lo tanto, no deben ser impuestos y ni siquiera ofrecidos como una verdad absoluta, sino conquistados en libertad y con creatividad. Por consiguiente, los esquemas interpretativos de la realidad deben ser estudiados, pero no obligatoriamente compartidos, ya que el hombre, como ser libre, tiene el derecho de defender sus puntos de vista e inclusive de entregarse a los que considera absolutos, o sea sagrados.

En efecto, el conocimiento mítico y el científico a veces se contradicen; sin embargo, pueden coexistir pacíficamente en la misma persona si se entiende que uno es fruto de la fe y el otro de la argumentación.

Lo que no se puede aceptar es que en nombre de una verdad que pretende ser absoluta, se renuncie a estudiar las teorías y las pruebas que le son contrarias con el argumento de que son simple producto humano. Sobre todo en las Instituciones Educativas, creadas específicamente para este fin.

La apropiación del perfil humano que hemos delineado será la base de una educación que precise los deberes de cada persona para consigo misma y para con los demás en el respeto a la diferencia. El contacto con otras culturas, precisamente por su diversidad, facilitará la confrontación y la capacidad crítica, indispensables para llegar a ser parte integrante de la comunidad internacional.

Todo lo anterior permitirá desarrollar en nuestros alumnos la sensibilidad para poder percibir los problemas sociales, económicos, políticos y culturales en general, además de la capacidad de reflexionar sobre ellos y analizarlos para poder ser agentes de un proceso social que mejore la calidad de vida en el respeto de la condición humana y del entorno ambiental.